martes, 11 de noviembre de 2008

Ciencia y Espiritualidad en Oriente y Occidente


Nuestra civilización moderna actual, en cuanto a su evolución, está tomando características singulares, dos aspectos específicos y contrapuestos son dignos de debate y controversia, sin querer afirmar que son los únicos, son dos aspectos centrales en cuanto a los rumbos que han tomado. Algunos pocos, ya han alzado su voz indicando sus elementos, otros pocos ya lo han venido expresando desde la aparición de las características de esta civilización y la gran mayoría ha venido aceptando esta situación sin tener conciencia clara de ello.

La mundialización de los patrones de vida cotidiana de los ciudadanos de este planeta, primero, y actualmente lo que se denomina la globalización, han venido impregnando fundamentalmente características comunes de vida de occidente. Una de éstas es que la ciencia en occidente ha impregnado su sello orientando la mente humana hacia una evolución prioritariamente “hacia fuera de sí”, preocupada en el dominio del mundo exterior al hombre, sus conocimientos los ha centrado en esta dirección, ha acentuado la división entre el hombre y el mundo, entre hombre y naturaleza, entre hombre y universo, con la única finalidad de poder servirse de ello para acentuar su gloria, dominio, y poder de unos sobre otros, en este caso occidente se ha llevado la mayor parte, los mejores lauros, a tener los mejores científicos, ha elaborado sistemas explicativos sumamente complejos en todas las áreas del conocimiento, ha logrado elaboraciones tecnológicas para perpetuar su dominio sobre ese “mundo fuera de sí” y gozar de bienestar que brinda el progreso. Si ha prestado atención a las ciencias humanas, tanto en el campo de las ciencias sociales como en el de las biológicas, también ha sido con ese doble propósito tener poder sobre los otros seres humanos y tener poder sobre el mundo.

En este sentido el tipo de conocimiento que ha prevalecido ha sido el conocimiento científico del mundo material y mental que le rodea, su producción intelectual, expresada en la creación del conocimiento que son las teorías y sus derivados explícitos en la tecnología, y, como parte integrante de ellos, el conocimiento filosófico como fundamento y justificación de la dirección que toma la mente humana en su proceso de creación del conocimiento.

En este mismo proceso de mundialización y globalización, el papel de la civilización oriental, que aparentemente ha sido menos activa, ha venido preservando su modo particular de abordar el problema del conocimiento, como ya sabemos orientada en dirección opuesta al de occidente, es decir orientada “hacia adentro”, conocimiento que ha venido elaborando centurias atrás, se ha preocupado en la dimensión inmensurable del conocimientos, de lo subjetivo, del mundo interior del hombre, esta civilización no ha priorizado en su programa la solución de problemas de la vida material, por la vía del conocimiento científico de lo mensurable, sino por la vía del conocimiento espiritual.

En este punto Osho, relieva el papel de la meditación como un aporte muy importante de oriente a occidente comparándolo con el papel de la tecnología que brinda occidente al mundo moderno. En otra de sus conferencias nos indica, desde su punto de vista, el problema del hombre que ha preocupado en occidente ha sido el sexo, en cambio en oriente ha sido la muerte, esta forma de ver, nos indica que la polarización de las preocupaciones en ambas civilizaciones.

Así también, podríamos afirmar insistentemente, que el objetivo de la mente humana en occidente ha estado fijado en cultivar el conocimiento para el poder, para lo cual invento como paradigma el método hipotético-deductivo, y la experimentación como modelo clásico, oriente ha inventado como método de incursionar en el mundo interior la meditación, ya que tiene como objetivo la autorrealización, en el primero es el poder dirigido hacia afuera y los segundos es el poder hacia adentro. En ambas incursiones, los dos paradigmas han tenido resultados plausibles en calibres diferentes, el primero en hollar el mundo físico y tangible externo y el otro en bucear en el mundo interior del hombre y la creación. Ambas perspectivas son originadas por las ansias de buscar respuestas a las diferentes formas de manifestarse que tiene el universo, ansias que son producto esencial de la naturaleza humana, sino que, los fines son diferentes y hasta diríamos opuestos.

En éste estado, de éste pequeño ensayo, hacemos algunas preguntas necesarias, preguntas quizás repetitivas, pero que al final todavía no han sido respondidas con contundencia: ¿Por qué la ciencia en occidente ha avanzado tanto, cuando se trata de búsqueda de explicaciones del mundo material, satisfacción de necesidades humanas y cuando se trata de la búsqueda de soluciones a problemas relacionados con nosotros mismos han sido una serie de tanteos interminables, por no decir un fracaso total?; y también por otro lado, es importante preguntarse:¿Por qué la ciencia en oriente que ha producido a hombres iluminados como Buda y Cristo, no ha sido capaz de dar salida a problemas muy sentidos como el hambre, los conflictos, las adiciones, etc.?

Es plausiva entender que el hombre, en este planeta ha tomado dos rutas opuestas, unas a otras. Ambas rutas, presentadas como polares no nos facilitan o brindan indicios de salidas, ya que vistas de ésta manera se insiste en las diferencias, mas no en las semejanzas; se insiste en que una, sobre todo la visión del mundo occidental debería prevalecer sobre la oriental.
Las actuales perspectivas del problema, en ambas direcciones de la mente humana, es urgente mirarlas como complementarias, tanto las formas de conocimiento científico y el conocimiento espiritual son necesarias, ya que ambas formas de búsqueda son dos formas de reflexionar e indagar que ha utilizado la humanidad desde sus orígenes.

La manera como se ha presentado este problema, desde el inicio del programa de la modernidad, es porque se ha alentado un sentimiento y una creencia que hay antagonismo entre el conocimiento científico y espiritual, y a la vez se ha alentado la división de nuestra civilización moderna en dos grandes polos, occidente y oriente: los oc y los ur. Los oc postularon la incorporación de los ur a su vertiente espiritual, signada por la religión cristiana, pretendiendo avasallar a tres corrientes espirituales del islam, los hindúes y asiáticos. Los resultados de estos intentos, generaron que los actuales países asiáticos e hindúes, se están incorporándose exitosamente en el programa de globalización y hasta se habla de la China, como el país que estaría como candidato a erigirse como potencia mundial en los próximos 10 a 20 años.

Paralelamente, todas las corrientes espirituales de oriente, se han ido desplazando a los países más promisorios de occidente: Estados Unidos es uno de los países mas beneficiado por una silenciosa pero contundente migración de representantes de escuelas espirituales de oriente como instructores espirituales, así gurúes y maestros hindúes, chinos, japoneses, birmanos, tailandeses, tibetanos, árabes, etc., se han presentado en occidente y han tenido un exitoso recibimiento por ciudadanos occidentales ansiosos de espiritualidad; y, las existentes escuelas espirituales existentes en occidente, a su vez, han acudido a beber en las fuentes espirituales de oriente; ésta situación se aclara cuando se dice que aproximadamente cinco millones de norteamericanos practican la meditación, y en estos sectores y contextos de seres humanos, la visión polarizada y antagónica entre los puntos de vista entre oriente y occidente ya casi no existen. Esta visión de la ciencia y espiritualidad en el mundo contemporáneo abre la posibilidad de una cristalización de un nuevo paradigma de la ciencia, paradigma que sea compartido por los seres humanos en ambas latitudes. Un paradigma universal, unificador, holístico, que atienda tanto el conocimiento de lo mensurable y lo inmensurable, de lo material y lo espiritual, es una paradigma integrador, de una ciencia integradora que vea al hombre y el mundo como una totalidad, pero no solo al hombre como ser físico, sino también como un ser espiritual, no cada uno como parte, sino como totalidad, una ciencia unificada y unificadora, una ciencia omniabarcante, omnidimensional. Las implicancias de este nuevo embrión paradigmático ya se está observando sobretodo en los nuevos enfoques que surgen al plantear la salud humana, en la física moderna, en las matemáticas, en psicología, en la biología, en la neurología, etc. Al respecto de este tema, recordemos la reflexión de Einstein cuando señalaba que el hombre se ha preocupado en desarrollar las ciencias del mundo y no se ha esforzado en desarrollar las ciencias del hombre y que ésta debería ser la preocupación principal de estos tiempos, haciendo alusión, a los efectos de la bomba atómica en Japón.

Por: Julio Wagner Izquierdo Celiz

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