martes, 11 de noviembre de 2008

La Ciudad Escencial





Es el deseo del autor de este pequeño artículo, compartir una serie de reflexiones vinculadas a lo que los espacios, los lugares, los ambientes y las geografías nos inspiran y enseñan.
Alguien dijo, que toda Ciudad es una actitud. Y tiene toda la razón.

Me considero un amador de mi ciudad de origen: Lima. Quizá de los pocos que quedamos y que nos resistimos a ser arrollados y embrutecidos por el desordenado progreso del nuevo medio evo oscuro que vivimos.

Ir a mi Lima, se ha convertido entonces en un acto de silenciosa y perseverante protesta y rebeldía en contra de las Oscuridades que pretenden esconder y hundir su Espíritu Oculto.
Todos los meses, a modo de ritual y ceremonia emprendo mi peregrinación más que iniciática para reencontrarme con la parte reservada que mi oculta ciudad capital tiene para aquellos que poco a poco podemos mirar más allá de lo evidente.

Compartiré mi ritual.

Hago un viaje de más de una hora desde el lugar donde vivo ahora, hasta el Centro o corazón de mi ciudad capital, y me detengo en lo que antes eran los extra muros del llamado Cercado de Lima.

Cruzando el Puente Balta empiezo un ritual que mucho tiene que ver con el Agua, en su simbología de Conocimiento y realizo lo que llamamos los bibliófilos: un buceo. Es prácticamente un Bautizo redivivo y renovado.

Consiste en sumergirse entre las publicaciones desordenadas de los libreros de viejo, que acá en Lima se agrupan fundamentalmente a orillas del Río Rimac, nuestro río oracular, y que en una feria permanente ofrecen de todo, a los precios más volubles que uno pueda imaginar. Entrar a la feria del libro de viejo, es indispensable para la Iniciación antes de entrar a la Ciudad. Uno, literalmente se sumerge y casi literalmente también “bucea”. Hay perlas, pero también mucha pirita. Depende de lo que el karma te obsequie. Total lo importante es sumergirse, a modo de un bautizo iniciático. Sólo así se puede continuar.

El siguiente paso es caminar a orillas del Río Rimac, que ameritará un artículo de homenaje muy especial, y continuando dicho recorrido aceptar ser visto y observado por nuestro cerro tutelar: el Cerro San Cristóbal, según lo bautizaron algunos astutos y ocultos españoles, al dicho cerro tutelar, al Misti en quechua, y que antes, en quechua también, se llamaba Atauky Chuko.
Curioso guiño del Karma: ambas expresiones, tanto en Quechua como en Español, significan lo mismo: el que lleva (o porta al Señor). Todo un tema de investigación oculta.

Así que siguiendo la orilla del nuestro Río oracular, y bajo la atenta aunque ensoñada mirada de nuestro Misti, el siguiente punto es caminar por el Rastro de San Francisco y detenerse un instante en la Plaza de la Muralla. Su nombre lo dice todo.

Sentarse allí mirando el Cerro San Cristóbal y adivinando el Río que pasa delante de él, es regresar a la Historia, reecontrarse con los ancestros, religarnos con un hermoso pasado, lleno de Sabiduría y lleno también de incomprensiones. En cualquiera de los casos: lleno de desafíos.
Repuestos ya, seguimos nuestro peregrinaje hacia la Iglesia de San Francisco.

¿Qué misterios encierra dicho Convento, que tantas añoranzas inspiran en mí? Otro desafío por descubrir.

Entrar al templo, sentir la presencia de una religiosidad que el eclesiastismo no ha podido borrar, es toda una experiencia mística y renovadora.

Pero no es el único sitio en el que debemos hacer paradas. El siguiente punto es nada menos que a unas cuantas cuadras, el misterioso convento de Santo Domingo y la Iglesia que lleva el mismo nombre.

Ubicada misteriosamente hacia la derecha del Palacio de Gobierno, que en sus orígenes fue escogido por los españoles para la conducción de las nuevas tierras, la Iglesia de Santo Domingo es el destino obligado de todo estudioso del Ocultismo.

Allí tenemos nada menos que las reliquias sacras y amadas por los que hollamos el Camino de lo No evidente, que son las reliquias de nuestro Maestro y Primer Alquimista Peruano: San Martín de Porras.

Conocerlo, saber de él, visitar los pasillos que paseaba, ingresar a lo que era su lugar de recogimiento y de transfiguración, estar frente a la efigie que inspiraba sus levitaciones y sentir la vibración hermosa de su tumba, justifica gran parte de todo el peregrinaje.

De allí, enrumbar al lugar en la cual Lima guarda su Medallón Alquímico más importante: la Iglesia de las Nazarenas donde se guarda a nuestro Señor de Los Milagros.

Todo estudioso y discípulo de lo No Evidente, debe continuar su periplo en dicho punto, que kármicamente queda a espaldas de la casa donde vivió el Mago peruano San Martín de Porras y a metros de la casa donde también vivió nuestra controvertida Santa Rosa de Lima.

Luego de saludar a los Maestros, el siguiente punto de encuentro (o de reencuentro) es nada menos que atravesar nuestro Río Oracular y acercarnos a nuestro Cerro tutelar.

Para eso tenemos que llegar a la misteriosísima Alameda de los Descalzos. Para tener una idea de la fuerza cosmogónica de dicho lugar, sólo podemos indicar que este Paseo, protegido por los virreyes ocultistas que vivieron a unas cuadras de dicha Alameda, y posteriormente por los primeros presidentes masones que tuvo nuestra vapuleada República, se llama de los Descalzos, no porque esté circundado por el Convento de los Franciscanos Descalzos, sinó porque los indios sólo podían transitar dicha Alameda, sin calzas, es decir: descalzos; en señal de respeto al cerro tutelar el mismo que hasta entrada la República, y casi hasta la mitad del siglo pasado, recibía ofrendas en dicho lugar.

Ya en la República se le adornó de estatuas y simbolismos ocultos. Su estructura, sus medidas y sus extrañas imágenes, nos muestran el Arbol de la Vida y los principios de la Cábala Hebrea en una hermosa sinfonía de manifestaciones culturales en las que combina la Sabiduría Oriental, la Occidental y la Andina.

Todo un homenaje a la famosa instrucción final de la Maestra: Mantengamos la Unión. Hoy, se encuentra en Sueños.

Amadísimo Hermano lector: esta es nuestra Lima Esencial. Esta es por tanto, nuestra Lima Invisible a los Ojos. Quizá para protegerse de miradas indiscretas. Quizá para desafiar a los muchos pocos. En cualquier caso, viajero, cuando vengas a Lima, préstanos tu Actitud. Aquí los Hermanos peruanos los acompañaremos para juntos trasmutarla, con la Alquimia de nuestro Amor, en una experiencia trascendente.

Os esperamos siempre.
Por: Eduardo Ciotola Mosnich